“No vá al psicólogo el que tiene problemas, porque problemas tenemos todo el mundo.

Vá al psicólogo el que quiere resolverlos”.

 

No es fácil dar el paso y decidirnos acudir a un profesional. Para ello, antes nos hemos dado cuenta del malestar que sentimos. Y además es un acto de valentía, que implica que hemos tomado la decisión de hacer algo al respecto y buscar ayuda externa, cuando sentimos que no tenemos los recursos o la energía suficiente para afrontar la situación en la que nos encontramos.

Pueden ser distintas las causas que nos lleven a sentir ese malestar;

 

  • Que tengamos dificultades en nuestras relaciones: en el ámbito laboral, en las relaciones familiares, sociales o de pareja.

 

  • Que atravesemos una situación dolorosa o traumática en la que nos sentimos desbordados emocionalmente: a lo largo de la vida tenemos que enfrentarnos con pérdidas de diferentes tipos (duelos por muerte de personas cercanas, rupturas de parejas, enfermedades), o con sucesos traumáticos de diferente índole.

 

  • Que tengamos una baja autoestima. Podemos sentirnos mal con nosotros mismos, infravalorarnos, tener sentimientos de soledad o tristeza que nos afectan en nuestro día a día, o vernos abrumados por ideas fatalistas sobre nuestro futuro, o por miedos irracionales.

 

  • Que sintamos malestar emocional, cambios bruscos de humor, falta de motivación, o a veces este malestar se traduzca en diferentes enfermedades, ansiedad o depresión. Los problemas emocionales tales como el estrés, la ansiedad o la depresión, tienden a manifestarse en nuestro cuerpo, y pueden presentarse en forma de alteración del sueño, alteraciones digestivas, disminución del apetito sexual, migrañas, etc.

 

  • Que tengamos conductas adictivas : a menudo recurrimos al abuso de sustancias (drogas, alcohol) o a conductas adictivas (sexo, juego, trabajo) para evadirnos de nuestros problemas o de nuestra angustia.

 

  • Que queramos profundizar en nuestro crecimiento personal : encontrar nuestro sentido de la vida, aumentar la capacidad de expresión emocional, fortalecer las habilidades sociales, aumentar el auto-apoyo y la autoestima, mejorar la relación con nuestros hijos.

 

En cualquiera de estas circunstancias, a veces puede no ser suficiente con el apoyo de nuestro entorno más cercano, y podemos necesitar la ayuda de un profesional para atravesar ese momento o situación difícil en la que nos encontramos.